La higiene facial tiene como objetivo: limpiar, purificar y oxigenar la piel.
A través de la higiene facial logramos eliminar la suciedad y las impurezas que se acumulan en el rostro. A lo largo del día nuestra piel está en contacto continuo con bacterias y polución, sin olvidarnos de las células muertas y la producción de sebo natural.
Toda esta suciedad pone en peligro la salud de la piel. Incluso puede obstruir los folículos, causar inflamación, ser el origen de granitos (acné) y resecar e irritar la piel provocando un envejecimiento prematuro.
La higiene facial profunda consigue que la piel respire y se oxigene potenciando la absorción de los productos cosméticos y su efectividad.
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